Así de natural: me recogí en mi rezo
y un jarro de azucenas me retuvo en el sitio.
Y vino una paloma y una cinta de oro
me alcanzó desde ella y endendió mis sentidos.
Me oreó con su vuelo, y quedó todo el cuarto
suspenso en una paz que hizo crujr los quicios.
María Victoria Atencia
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