Brotó de ti la gracia y nuestra vida,
oh Virgen, manantial de toda dicha,
cuando igual que la madre primeriza
fuiste madre con gritos de alegría.
Vinieron a la cuna con espadas,
quisieron al amor matar con armas;
¡Madre, basta de sangre derramada,
muera en Belén el odio y la venganza!
Huyes salvando al Hijo fugitivo
y un pueblo de paganos brinda asilo;
¡míranos juntos, Madre de oprimidos,
somos todos los pobres del exilio!
Mujer de aldea y Madre de los hombres,
mujer de grandes gozos y dolores,
¡cómo esperan de ti los corazones,
porque eres la más pobre de los pobres!
El Rey de paz te acoge, en ti se goza,
y en tu virginidad sella su gloria;
¡cante el mundo y la Iglesia deseosa
al Señor que de gracia te corona! Amén.
Fray Rufino María Grández, "Himnario de Adviento y Navidad".
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