El Verbo Santo es mecido
en los brazos de una Virgen;
el Creador se hace niño
y al par de nosotros gime.
Oh Salvador encarnado,
que entre los hombres pervives,
quiero adorarte en los hombres
y entre los hombres servirte.
El Verbo Santo ha callado
sin saber de nuestros crímenes,
y el corazón de la madre
su amor en silencio dice.
Oh Dios misericordioso,
defensor de los humildes,
enséñanos tu silencio
y tu espera incomprensible.
El Verbo Santo ha llegado
a librar nuestros confines,
y encerrado en una cuna
el Verbo de Dios es libre.
Oh, rompe las ataduras
de los engaños sutiles;
danos la paz que prometes
tú que la hiciste posible.
Gentes de nuestros dolores
y de sangrientos países,
a Dios venido a la tierra
salgamos a recibirle.
Te cantamos, Santo Hermano,
a Ti con rostros felices:
¡Gloria en el seno del Padre
y en los brazos de la Virgen! Amén.
Fray Rufino María Grández, "Himnario de Adviento y Navidad".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario