Sus manos virginales lo han envuelto
en límpidos pañales,
y allá en el corazón siente que alguien
con suave voz de amor le llama madre.
Sus manos han palpado con caricias
aquella que es su carne;
con agua en un lebrillo lo ha bañado
a aquel que necesita que lo bañen.
El pecho le ha ofrecido, dulce fuente
que al Niño sacia y place;
el alma ella le diera licuada,
al darle el alimento de su sangre.
Sus labios lo han besado y han mullido
el cuerpo blando y suave;
oh, qué no diera el pobre encariñado
por ir, tomarlo en brazos y besarle.
Es suyo, suyo, fruto de su vientre,
predicho por el ángel;
es tuyo, felicísima María,
espada tuya y Dios de tus cantares.
Que suba, que descienda, que rebose
el canto de estas Laudes (de esta tarde):
¡oh Cristo, sea nuestro cielo el tuyo:
tenerte en fe, amarte y adorarte! Amén.
Fray Rufino María Grández, "Himnario de Adviento y Navidad".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario