El cuarto domingo de Adviento, el último antes de la Navidad, nos presenta el misterio de la encarnación de Jesucristo como realización de las promesas de Dios a su pueblo. Isaías profetiza un signo: "La Virgen está encinta y da a luz un hijo y le pone por nombre Emmanuel, es decir, Dios con nosotros".
El Evangelio de Mateo nos presenta el cumplimento de esa profecía en la encarnación de Jesús, misterio que acogen María y José, con un sí confiado a Dios y su plan.
La fe en este Hijo encarnado, verdadero Dios y verdadero Hombre, es la que profesa san Pablo en la carta a los Romanos y la que nos invita a abrazar también a nosotros.
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