Yo tenía
tanta rosa de alegría,
tanto lirio de ilusión,
que entre mano y corazón
el Niño no me cabía...
Dejé las rosas primero.
Con una mano vacía
–noche clara y alba fría–
me eché a andar por el sendero.
Dejé los lirios después.
Libre de mentiras bellas,
me eché a andar entre estrellas
con sangre y nieve en los pies.
Y sin aquella alegría,
pero con otra ilusión,
llena la mano y vacía,
cómo Jesús me cabía
–¡y cómo me sonreía!–
entre mano y corazón.
José María Pemán, (1897–1981)
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