Y dijo Dios al fin: «Que sea el Hombre»,
y fue el primer Adán y fue el Segundo,
y vino el Hijo amado a nuestros brazos
nacido en nuestra tierra, Dios desnudo:
¡oh santa Encarnación!
Viajó derecho, corazón adentro,
allí donde el dolor nos hace unos,
y allí clavó los palos de su tienda
y a todos nos llamó hermanos suyos:
¡oh santa Encarnación!
Quedó escondido en toda faz humana,
morando con la vida en lo profundo,
se puso a nuestros pies y entonces hizo
de cada hombre un templo para el culto:
¡oh santa Encarnación!
Belén es el camino hacia el Calvario
y fue la Cruz amor de Dios y triunfo,
caminos nuestros, senda de su Hijo,
que el Padre marca con final seguro:
¡oh santa Encarnación!
¡Que sea la alabanza a aquel Consejo
que hizo al Hijo, hijo de este mundo!
Honor, divinidad y eterno amor
por Él, con Él y en Él al Trino y Uno:
¡oh santa Encarnación! Amén.
Fray Rufino María Grández, "Himnario de Adviento y Navidad".
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